Abanicando palabras.

La calle del príncipe en silencio y no cabía un alfiler, un bar en silencio lleno de gente, una convención de sordo-mudos en Madrid, venidos de todas partes y yo en medio de todas esas conversaciones. Al principio me pareció lo más increíble que había visto nunca. Si por algún casual la música se apagaba el silencio era lo que te llamaba la atención de una forma sublime. La barra llena de papeles y bolígrafos donde cada cual pedía lo que quería y el camarero anotaba el importe. Era fascinante ver como las palabras cruzaban el local con la libertad del humo de los cigarrillos sin sufrir la dictadura del pinchadiscos asesino.

Una situación normal sería que no supiera que decir a una chica en un bar, pero esta vez no podía, por que yo no se abanicar palabras y la verdad es que la situación por una noche se dio la vuelta, porque en ese bar el que tenía problemas para comunicarse con los demás era yo, era difícil que alguien te entendiera fuera de "perdón", "hola", "Tienes fuego?". Por una noche sentí las dificultades que pueden llegar a tener todos estos colectivos a la hora de relacionar son el resto de mortales. Y por un momento lo que mas me hubiera gustado en la vida era saber hablar.

Otra cosa es que como en todos los sitios, borracheras, empujones, la copa por la espalda y falta de educación... pero eso lo da la educación no la comunicación.

Buenos días de lunes, primer día de mi última semana antes de irme de vacaciones.

Besos abrazos y tintos de verano.