lunes, diciembre 22, 2008

LLuvia de millones... de recuerdos.


Era 22 de Diciembre, de hace ya muchos años. No hacía mucho tiempo que mi familia y yo habíamos llegado a Madrid, una ciudad enorme y desconocida para todos. Por aquel entonces mi vida transcurría entre el colegio, a penas a 50 metros de mi casa, camino que recorría cada mañana con el peso de la mochila a la espalda, y la corrala donde vivíamos de alquiler. Era una casa vieja, muy vieja, de techos altos y puertas de madera que no cerraban bien, de persianas de madera y contraventanas, de verjas en las ventanas y de un enjambre de pasillos interminables donde todos los niños de la salíamos a jugar todos los días. La ropa tendida de barandilla a barandilla daba el toque de color que necesitaba el gris de las paredes. El olor a comida todos los días te avisaba que la hora de comer estaba próxima.

Ese 22 de diciembre tocaba cortarse el pelo, algo que como todos los niños, no era de buen gusto. Si fuese por nosotros estaríamos meses y meses con el pelo a su libre albedrío. Parcas verdes con capucha cuyo borde se remataba con "pelos" marrones, bolsillos a la altura el pecho donde descansaban nuestras manos. Los chandal adidas, que por aquel entonces no era "moda", era lo que había, azul marino horrible... que no gustaba, cosa distinta que las rodilleras... eso si que estaba bien...

La peluquería estaba justo debajo de casa, era una de esas peluquerías de las que ya quedan pocas en Madrid. Una gran cristalera te recibía antes de entrar, dos escalones, los escalones del reo, te daban acceso a un pequeño cuarto, a la derecha unas viejas sillas y una pequeña mesita repelta de revistas mugrientas, desgastadas por el bago ojear de los clientes, ninguna me que me interesase. Por quel entonces supongo que solo leia comics de mortadelo y Filemón.

El peluquero era un tipo regordete, supongo que no muy alto, pero eso es muy difícil de precisar cuando eres un niño. Lucía una calva de señor mayor, una de esas que se intentan disimular dejando crecer el pelo de un lado y a modo de cortina sube por la redonda cabeza hasta llegar al otro lado. Las sillas de hierro blanco, clásicas ahora, corrientes entonces. Era como un potro de tortura, como la silla del dentista o la camilla del médico. Tenía el mismo estatus aunque no se muy bien por qué, ya que que te cortaran el pelo normalmente no dolía demasiado, los tirones no eran de buen gusto.

Cuando el hombre cogía el espejo con las dos manos y lo empezaba a mover por la cabeza del cliente sabías que tu momento estaba cerca. Tu madre estaba sentada al lado ojeando supongo que un Hola o algo parecido.

- Venga campeón!!!

Dos palabras amables que disfrazaban el sufrimiento que acontecía. Uno y dos, dos cojines sobre la silla, incluso a veces una especie de altillo de madera, una caja domestica era tu alza para que el hombre llegara bien a todos los rincones de tu, grande y redonda cabeza. Una especie de sábana cubría cualquier resquicio de lo que podría ser tu cuerpo. Solo los pies se dejaban ver después de tres minutos jugueteando mientras el pelo se precipitaba como si de un barranco se tratara acumulándose en el hueco que formaba la sábana sobre las rodillas.

-¿cómo se lo corto señora?

Yo sabía que daba igual mi opinión, aunque en realidad la respuesta de mi madre también era inútil, los peluqueros de antes solo tenían una manera de cortar el pelo... cortito y con la ralla a un lado. Así que dicho y hecho, cortito señora!!.

Y mientras todo esto sucedía, de fondo una vieja radio, de esas negras, supongo que Philips, por que antes todas las radios eran Philips, escupía un tono monótono, que yo no comprendía muy bien, eran niños que cantaban números y pesetas una y otra vez, una y otra vez, de forma incansable. Catorce mil doscientos treinta y doooooossssss, ciento cincuenta miiiiiiiiil peseeeeeetaaaaaaasssssss.

Todo el mundo lo escuchaba, era la banda sonora del barrio, en la panadería otra radio reproducía esa musiquita incansable, las televisiones de los bares, los ancianos en los bancos con esas radios pequeñas sujetadas por una goma de esas marrones, esas gomas que también usaban para cerrar su cartera repleta de papeles.

Nunca nos ha tocado la lotería, pero desde entonces todos los 22 de diciembre me viene a la memoria aquel sábado de yo no se hace cuantos años.

Besos, abrazos y mucha suerte para todos.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

pues mira, sin embargo a mi me trae mas recuerdos de mis primeros trabajos, porque era cuando empeze a comprar loteria de navidad. Debe ser que mis padres no debian ser muy aficionados.

Por cierto, nunca me ha tocao na.

Un saludo en el dia de la salud.

Nela dijo...

Yo recuerdo este día oyendo de fondo el sorteo en el cole, porque yo siempre el día 22 he tenido cole...eso sí, nos repartían bocatas y fanta naranja y estudiar...poco, la verdad.

Ah! y como todos los años, ni el reintegro, oyes....

Besos y feliz día de la salud!

Ros dijo...

recuerdos del pelo largoooooo

Verde Melón dijo...

cosechadel66, yo creo que es un montaje, no conoco nadie que le haya tocado... no, ahora que lo pienso no conozco a nadie, y queeeee casualidad que cada vez que sale el gorodo esta el pollo en la sala de loteías con el billete.... ummm sospecho.

Un saludo ;)

Bienvenida al club Nela, yo desde hace unos años intento que sea un día en el que no pierda mucho dinero.... cada vez compro menos. ¿si nos gastamos eso en una primitiva? lo mismo nos toca más.

Besos!! (creo que yo ese 22 de diciembre estaba haciendo novillos jejejej)

;)


No me hables Halo no me hables que se me cae el pelo a puñaosssss ¿y que voy a hacer calvo??!!!!!! ufffff no estoy preparado!!!
:P

Nela dijo...

Yo compro más que nada el número del curro, porque si le toca a tu jefe y a tí no...qué putada. Por cierto, hace dos años salió el gerente de su despacho diciendo: ains! si me han tocado 50 millones! . Llamó al bar y subieron patatas Ruffles para celebrarlo. Joputa.

Tessi dijo...

Jop, que recuerdos!!!!! Por un momento he vuelto yo también a Madrid, a casa de mi abuela...

A mi me han tocado 100 eurillos, menos da una piedra :)

Nela, patatas Ruffles?? Le tocan 50 millones y no es capaz de invitaros a jamón?? Que tacaño!!!!!

Verde Melón dijo...

Joder Nela, como dirían los Mojinos Tu jefe es un cabrón!!!!! menudo sinvergüenza!!!! Espero que se le atragantaran las patatas.

:P

(estoy de un sindicalista últimamente....!!!!9

Tessi 100 eurazos!!!! Pues bienvenido sea, yo todavía no se si me ha tocado algo o no, pero tenía participaciones de esas chorras y algún décimo a medias... creo que me seguirá tocando... currar.

Las Ruffles sería con sabor a jamón por lo menos no??? jajaa

;)