Hace tiempo empecé a escribir (o al menos intentarlo) una web-novela, y como casi todo lo que hago lo dejo a medias, sólo escribí dos capítulos. Hoy que estoy en sequía de ideas (paradojas de la vida, justo cuando más está lloviendo.... ¿será una señal?). Bueno el caso es que lo voy a volver a poner esta vez en verde melón a ver si asi podemos llegar al cuarto capítulo por lo menos....
Espero que os guste, y si no es así espero que seais muy sinceros conmigo.
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Hacía varios años que no pasaba por aquí, recuerdo que cuando era un adolescente me pasaba los domingos enteros en el Rastro mirando sin parar todo tipo de artículos innecesarios. Hoy no se por que extraña razón algo me ha empujado a venir, quizá la necesidad de volver a sentir antiguas sensaciones casi olvidadas.
Paseo sin rumbo por el enjambre de calles, cambio mi dirección, paseo por esas calles atestadas de gentes, y me dejo llevar.
Entre toda esa multitud hubo algo que me llamó la atención de una forma poderosa. Era una sensación que me recordaba a la complicidad ficticia entre un cantante y tu mismo entre el público, es mentira pero parece que a veces se dirige a ti.
Un hombre alto y delgado, con la tez clara, muy clara, parecía un fantasma, un muerto en vida. Vestía pantalones negros y gabardina a juego que contrastaba con su piel blanca y su calva huérfana de pelo.
Hubo uno de esos momentos mágicos, que no sabes explicar, en el que nuestras miradas se cruzaron entre la multitud que nos separaba. Es curioso el efecto que produjo en mi. Me parecía un personaje tan misterioso que parecía haber salido de una novela de suspense. No se por que extraña razón algo me empujo a seguirle. Tenía un paso firme y decidido, nada que ver con la multitud de personas que allí nos encontrábamos. Decidí seguirle a una distancia prudente, esa mirada me infundó curiosidad y a la vez temor.
Apresurado, moviéndose como pez en el agua iba esquivando a las personas que salían a su paso hasta salir a otra calle mucho menos concurrida. Seguía detrás de él a una distancia prudencial y tomando precauciones para no ser descubierto (me siento como un detective privado…me hace gracia la situación). Se aproxima a un portal pequeño, el número 5, la calle no se cual es, no he visto ninguna placa que me diga su nombre. La puerta del portal queda entre abierta y no me resisto a dejar pasar la oportunidad de entrar. Con mucho sigilo abro la puerta que chirría como chirrían las puertas de forja castigadas por la intemperie durante muchos años.
Ha cogido el ascensor, un ascensor de esos que tienen las puertas de apertura manual, de rejilla. Decido subir por las escaleras de madera con sumo cuidado por que a cada paso que doy suena la madera bajo mis pies, y no quiero llamar la atención.
Una voz dentro de mi me dice que estoy loco, me pregunta qué persigo con esto que estoy haciendo, pero otra voz me dice que no estas haciendo nada malo, que simplemente estas curioseando, es un poco de animación en la vida monótona que llevo.
Oigo como el ascensor se para. Me paro, contengo las respiración apoyado en el interior de la escalera, oigo mi corazón como se acelera. Se oye como el hombre de negro abre una puerta de forma apresurada, pero no oigo cerrar. Continúo subiendo las escaleras hasta llegar al descansillo del tercero. Tres puertas de madera antigua con mirillas de metal, esta casa debe tener unos 100 años como poco. Veo una de las puertas entreabierta y me aproximo hasta ella. ¡¡¡Que estas haciendo!!!! Me dice una voz en mi cabeza¡¡¡ estas loco!!!, pero no hago caso, estoy borracho de emoción, mi corazón va a estallar y es una sensación que no había experimentado nunca. Abro la puerta con mucho cuidado, sin hacer apenas ruido, estoy dentro del recibidor de la casa. De repente un grito desgarrador suena en el interior de la casa, es un grito de mujer. Mi corazón se dispara aún más, se me va a salir del pecho. Giro la cabeza hacia la puerta que hay a la derecha y veo como cae una mujer al suelo, con toda la cabeza ensangrentada y los ojos blancos desprovistos de vida alguna mirándome.
Dios mío!!! Apresurado me dirijo hacia la puerta para salir corriendo. En ese momento se abre la puerta de en frente, es una señora de unos 60 años, gorda con su perro caniche debajo del brazo. Joder!! Habrá escuchado el grito y por eso sale a ver que ha pasado. ¿qué hago? Me cago en la puta que situación, mi corazón me va a reventar. Hay una mujer muerta y yo soy un desconocido que está saliendo de la casa. Que coño hago aquí!!!.
La señora se dirige hacia mi, me ha visto la cara, yo todavía estoy dentro de la casa, no he acabado de cruzar la puerta. Oiga!!!, me dice la mujer con un tono chirriante. Que tensión!!. Ese es uno de esos momentos en los que no crees que te verás envuelto nunca, pero esta vez es real y me está pasando a mi. Es uno de esos momentos en los que la cabeza no razona por que no hay tiempo, todo sucede muy deprisa y no te da tiempo a analizar lo que está pasando a tu alrededor. Como un acto reflejo inconsciente cierro la puerta con fuerza, y me quedo dentro sin saber que hacer. La señora empieza a aporrear la puerta, y ese maldito perro no para de ladrar y gruñir. Parece que lo sabe todo.
En un momento de lucidez caigo en la cuenta de que no se por que ha pasado esto, yo no he hecho nada, y aquí hay una persona muerta, y yo no soy el asesino. El asesino…. Mierdas!!!, tiene que estar en la casa, no ha salido de ella. Me apresuro a coger un paraguas que hay detrás de la puerta y lo empuño como si fuera un bate de baseball. Entro en la habitación donde está la mujer muerta. Era la primera vez que veía una persona muerta. El charco de sangre era enorme, teñía todo lo que se encontraba a su paso, una alfombra y la madera vieja del suelo...
Miro el balcón y las puertas están abiertas, las cortinas ondulan fruto del viento que hace en la calle. Me apresuro a asomarme y veo una silueta negra descolándose por el canalón del agua, oxidado y viejo. Por un momento pienso en seguirle pero no puedo mi miedo a las alturas es superior a mis fuerzas. Es un mal que me acompaña desde pequeño y soy incapaz de descender por una barra de metal cuatro pisos sin matarme.
La señora sigue aporreando la puerta. Me aproximo a la entrada para escuchar lo que dice. Necesito pensar.
Se que están dentro!! Dice de forma airosa. Señorita!!! Me debe tres meses, y la he oído gritar, se que esta ahí dentro. Como no me abra la puerta no tendré más remedio que entrar con mi llave.
Un sudor frió recorrió mi cuero en cuestión de segundo. ¡¡tiene una llave de la casa!!!, el asesino se ha ido, yo no pinto nada aquí y tengo toda la sensación de que nadie se va a creer que no he sido yo. Como entre y lo vea estoy muerto. Dioossss!!!! Grito en mi interior de impotencia.
Ese perro no para de ladrar, me está atormentado la cabeza. No puedo pensar, me estrujo la frente con mis manos.
Oigo como una llave se mete en la cerradura de la puerta…
Continuara......