Resignación sin efectos secundarios.

- Oiga, se ha olvidado de mi?
- Disculpe?
- Si, que si se ha olvidado de mi, es que llevo esperando un buen rato a que alguien me atienda.
- Perdone caballero, no le había visto, que quería?
- Un poco de estilo.
- Uy, estilo? se acaban de llevar el último que tenia en el escaparate.
- Vaya, que pena. Y no sabrá donde puedo conseguir un poco.
- Hombre, es una mala época para el estilo, no es temporada.
- Ya, si ya lo se, pero es que se me ha acabado y claro...
- Pues ya lo siento.
- Y algo de encanto personal?
- No tampoco, hace meses que no recibimos, y no le podría decir cuando nos van a llegar nuevos.
- Bueno, que le vamos a hacer.
- Si es que hay que venir antes caballero.
- Si ya, pero claro, con el trabajo y todo eso no es fácil sacar hueco, y lo vamos dejando lo vamos dejando...
- Si quiere lo que le puedo dar es un poco de resignación.
- Venga, pero que sea flojito que si no luego no duermo por las noches.
- Tengo uno muy bueno que me ha venido, es muy suave y a penas crea remordimientos ni autocompasión, es muy bueno, se lo llevan mucho los jubilados.
- Venga pues póngame un poco mientras le traen estilo.
- Cuanto es?
- Son 100
- Aquí tiene.
- Muchas gracias, hasta luego
- Gracias a usted, y tómese una al día nada más, que si no le puede entrar paranoia.
- Gracias, buenos días.